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Ajuntament de Tortosa
Ayuntamiento de Tortosa
Traducción

Semana Santa

Centro de Interpretación de la Semana Santa

Iglesia de San Antonio

La historia de la iglesia de San Antonio Abad está estrechamente ligada a la de la cofradía homónima de los payeses, la más antigua de Tortosa. Esta cofradía, documentada desde el año 1358, fue concebida para eludir la prohibición emanada de Les Costums, que impedía a los diferentes sectores profesionales organizarse en gremios. La devoción al santo llegó a tierras valencianas desde aquí, de la mano del obispo dertosense, a principios del siglo XIV.

La primera localización conocida de la entidad hay que ubicarla en el monasterio de Santa Clara. Después con las diferentes vicisitudes históricas fue cambiando de emplazamiento pero siempre con sede a lo largo y ancho de la calle Montcada, una de las principales arterias urbanas de la Tortosa del siglo XV, donde se edificó la primera iglesia de San Antonio en el año 1446.

De antiguo, el patrón de los campesinos tortosinos había sido San Amado pero el hecho cierto de que San Antonio Abad fuese abogado contra los efectos devastadores de las intoxicaciones con ergot (coloquialmente fiebre o fuego de San Antonio) lo afianzó como protector principal de nuestra payesía. Hilari Muñoz da a conocer como ante las enormes proporciones alcanzadas, la cofradía se desdobló en una de nueva bajo el patronazgo de Santiago a principios del siglo XVI.

Seguramente la nueva titularidad se explica por el hecho de que el único remedio conocido en época medieval para curar el ergotismo consistía en acudir en peregrinación a Santiago de Compostela. Curiosamente, es en la parroquia del apóstol de Hispania donde se continúa celebrando en nuestros días la festividad de San Antonio en Tortosa.

En el año 1652 la cofradía se ubicó definitivamente en el lugar que ocupa el edificio en la actualidad, antigua casa de los Boteller y los Oriol. La iglesia se levantó en el último cuarto del siglo XVII, respetando la parte baja de la fachada, de unos 11 metros de ancho, lo que ha permitido que nos haya llegado la portalada original de arco de medio punto y grandes dovelas. Este acceso principal está coronado por un tondo que nos muestra a San Antonio Abad como un anciano barbudo con el hábito de los antonianos y la tau o cruz egipcia (uno de los símbolos más mágicos y antiguos de la Humanidad). El santo anacoreta lleva un cencerro en la mano derecha y un libro en la izquierda. También perdura la puerta de acceso a la antigua casa de los payeses, que tiene grabada una podadora en su lindar y una inscripción que denuncia la existencia de un pozo en el interior de una de las capillas.

El retablo mayor obedecía a los cánones de moda en el barroco pleno. Estaba presidido por el santo titular, en la calle central del primer cuerpo, flanqueado por San Isidro y San Lamberto. El primero fue canonizado en 1622 y el segundo, además de payés, fue protagonista del milagro de la mandíbula ante Adriano VI, obispo de Tortosa y Papa de Roma. El segundo cuerpo estaba presidido por la Preservada. El gremio la celebraba el domingo siguiente a la festividad de San Antonio para conmemorar el voto que había hecho de defender, si preciso fuere con el sacrificio de la vida, la Pureza Inmaculada de Nuestra Señora, doscientos años antes de ser proclamado el Dogma de la Inmaculada Concepción. Tenía a ambos lados a los santos Abdón y Senén, patronos de los hortelanos catalanes. Presidiéndolo todo, fiel a la tipología de los retablos de su estilo, destacaba un Calvario.

En el año 1896, el arquitecto Juan Abril y el pintor Antonio Cerveto efectuaron trabajos de restauración en la iglesia.

En el mes de julio de 1936 tuvo lugar la profanación y destrucción del templo. El asalto revolucionario comportó al mismo tiempo la desaparición de su valioso archivo gremial y la destrucción del mobiliario litúrgico. También entonces pereció el paso de la Oración en el Huerto, obrado por Ramón Cerveto y José María Beltri (seguramente sustituía a uno de menor tamaño descrito en el 1781).

Durante la posguerra, el gremio fue capaz de recuperarse y de procesionar en solo dos años el nuevo paso cincelado por el escultor tortosino Carles Riba. Se pretendió también restaurar la iglesia gremial para el culto, pero el interés del obispo por construir el nuevo seminario lo impidió (no obstante, durante bastantes años se continuaron celebrando ante el devastado templo los actos tradicionales de la fiesta patronal: colecta, baile de jotas y barraca de San Antonio). El edificio fue utilizado como taller de carpintería y almacén de Regiones Devastadas y, premonitoriamente, acabaron guardándose aquí los pasos hasta que lo impidió su estado ruinoso en la década de los noventa.

Finalmente, en el año 2009, el Obispado y el Ayuntamiento acordaron reconvertir el edificio en Centro de Interpretación de la Semana Santa, el primer museo de pasos catalán. En abril de 2011, los operarios de la empresa García Riera culminaban 12 meses de obras de rehabilitación basadas en un proyecto del arquitecto Tomàs Homedes. El edificio forma parte del catálogo de edificios de carácter histórico de la ciudad de Tortosa.

La iglesia de San Antonio Abad constituye un hito singular dentro del apartado del turismo religioso tortosino. El templo está ennoblecido por la presencia de San Francisco Gil de Federich, Santa María Rosa Molas, el Beato Manuel Domingo y Sol y, sobre todo, por San Enrique de Ossó, de quien, su buen amigo y sacerdote Juan Bautista Altés afirma: "Se podría decir que en esta iglesia han germinado y florecido la mayor parte de sus obras de celo". Efectivamente, los restos de las cenefas de las pinturas murales de Cerveto han permitido identificar la capilla donde lucía el retablo sufragado por San Enrique, dedicado a la Inmaculada, y en el que se veían también las imágenes de San José, Santa Teresa y el Niño Jesús de Teresa (devoción muy vinculada al Camino de Santiago, inspirada seguramente en el Divino Infante que acompañó a la santa de Ávila en sus viajes fundacionales, que San Enrique hizo renacer en este templo como Pastor del Rebañito, en el 1876). También en este templo tuvo el santo la inspiración de fundar en el año 1873, la Archicofradía de María Inmaculada y Santa Teresa de Jesús, más tarde Archicofradía Teresiana y hoy MTA, Movimiento Teresiano de Apostolado, extendido en nuestros días por todo el mundo.