La Semana Santa tortosina siempre ha tenido gran popularidad. Del rico abanico de tradiciones que se han generado, algunas perduran y otras han quedado relegadas al olvido. De todo ello, hacemos un breve resumen a continuación.
Durante la Cuaresma es típico comer los populares buñuelos de Cuaresma.
Desde el Sábado de Pasión hasta el Miércoles Santo, se celebraba todos los días después de vísperas, en el altar Mayor de la Sede, la imponente ceremonia de la adoración de la Vera Cruz, anunciada al pueblo por trece badajazos de la campana Cinta. El sagrado Lignum Crucis con que el sacerdote bendecía al pueblo era un relicario gótico en forma de cruz y con fragmentos de la Vera Cruz, regalo que Benedicto XIII, conocido como Papa Luna, hizo a nuestra Catedral.
Domingo de Ramos
El Domingo de Ramos los niños lucen la palma que les regala la abuela. También se ven ramos de olivo o de laurel. Siempre van adornados con violetas, caramelos y rosarios azucarados. La costumbre remarcable de colgar naranjas en los ramos (la fruta solar por excelencia, según se desprende incluso de la raíz de su nombre: oranja equivale a "dorada" o "de color del sol", y la inicial "t" corresponde al artículo catalán primitivo y prerromano; el término naranja, por lo tanto, equivale a "la dorada" o "la solar" y hoy se encuentra casi en desuso, como tampoco se estila colgar copos de colores y colgantes de golosinas (magdalenas, empanadas, peras confitadas, y, la clase humilde, sardinas e higos secos).
Luego de la Misa es costumbre ir al paseo central del Parque municipal y hacer fotografías de recuerdo (el Domingo de Ramos sigue siendo una fecha en que es preceptivo estrenar ropa y calzado). La palma o el ramo se cuelgan en los balcones o las ventanas de la casa con el fin de liberarse de rayos y de alejar los malos espíritus. Al llegar al próximo año, se quema y se sustituye por el nuevo.
En las poblaciones rurales, la tarde del Domingo de Ramos había sido costumbre hacer el llamado "sermón del arado". El predicador explicaba la Pasión tomando por motivo mnemotécnico un arado, y comparaba los episodios principales del drama sacro con las piezas y los elementos que forman el ápero de labrar, suficientemente conocidos por el campesinado, que constituía su auditorio. La voz popular dice que este sistema de sermón se lo inventó el tortosino Francesc Vicent Garcia, rector de Vallfogona, quien por este procedimiento hizo ver más claro a sus feligreses, que eran gente de campo, toda la importancia de la Pasión del Mesías.
La Semana Santa tortosina alcanza su máximo exponente la tarde de la Procesión de la Pasión, la primera en desfilar en toda Cataluña. La caracteriza el hecho de que los nazarenos o las túnicas dan caramelos a los conocidos. Es ésta una arraigada tradición levantina que encontramos en lugares tan lejanos como Oliva, en el límite de Valencia con Alicante.
Hasta el último cuarto del siglo pasado, la procesión iba presidida por los armados locales. El papel de capitán Manaia era encargado al hombre más alto de la población que se prestaba a hacerlo. Él era el encargado de hacer el Acatamiento, acto que consistía en hacer girar arrodillado tres veces el ábarum, tanto a la salida de la iglesia de los Dolores como en el interior de la Sede. También tenía que cuidar que el desfile volviera puntualmente a la hora acordada. Los pequeños armados que iban delante iluminando el camino con antorchas eran llamados "calderón". El toque marcial de los armados, que figuran soldados romanos, al ritmo monótono del toque de los tambores y el repicar de las lanzas sobre el suelo, ha terminado desapareciendo y ahora son agrupaciones foráneas las que desfilan (Armados de Flix, de Alcanar o de Torredembarra ). Sin embargo, estos armados ya no llevan un pañuelo de caramelos colgado en el brazo como lo hacían los autóctonos.
En tiempo antiguo, iban delante dos hermanos del Santo Hospital de la Santa Cruz, con sendas bandejas, recogiendo limosnas para aquel establecimiento. Su canturela: "Tanto va quien no se lo piensa, tanto va quien no se lo cree, una caridad por el amor de Dios para el Hospital de la Santa Cruz", ha pasado a enriquecer la literatura española.
A diferencia de lo que se acostumbra hoy, la Cruz de los Improperios, pieza característica de nuestra Semana Santa, siempre era llevada por un cura acompañado por las autoridades del pueblo, que sostenían las borlas.
Miércoles Santo
El Miércoles, Jueves y Viernes Santo de tarde acudían a los solemnes oficios, además de una gran multitud, la mayor parte de chiquillos de Tortosa, con mazas y carracas. Hoy se hace el Vía Crucis por el barrio Judío.
Jueves Santo
Se hace la adecuación y la exposición del Monumento (“moniment”, según la documentación) o sepulcro de Jesucristo. La estancia de Nuestro Señor en el Monumento ha generado muchas creencias propias de ese día (hay la costumbre de no barrer, porque así no se crían escarabajos). Perdura la creencia popular de que los niños que nacen hoy curan de gracia, etc.). En tiempo antiguo, se practicaba el “ayuno de las holgaduras”. El lavado simbólico de los pies a los pobres se hacía antaño en el recinto del claustro de la Sede.
Antes, en esta jornada la gente de Tortosa llevaba unas carracas colgadas en el cuello, a modo de guitarra, que sonaban alrededor una manija como las antiguas guitarras de rueda. Había otros mucho más grandes, tanto que había que llevarlos en una carretilla. Causaban un ruido infernal.
El Jueves Santo la Procesión del Silencio sale avanzada la noche.
Viernes Santo
El Viernes Santo es tradición ir al campo muy de maña a buscar Frígoles (tomillos), que este día se cree que tienen reconocidas propiedades medicinales. Se aprovechan a lo largo del año para hacer las clásicas sopas escaldadas, donde se cuece una ramita. Además, el agua hervida con tomillo es muy usada para lavar heridas, llagas y todo tipo de males de la piel. Era usada para calentar la ropa de los enfermos y de las parturientas, y para perfumar, quemada en azúcar, las habitaciones.
Al amanecer, tenía lugar en la Sede el "Sermón de la Bofetada" (el predicador, al explicar cómo los verdugos del Sanhedrin abofetearon al buen Jesús, se abofeteaba él mismo, y, a continuación, era imitado por el pueblo que le escuchaba).
Al punto del mediodía, se celebraba en la iglesia del Roser el "sermón de las 7 Palabras", donde se figuraba, al acabar, el ruido de rayos y truenos.
Este día, en que generalmente todos guardaban riguroso ayuno, se comía bien y pronto. Había la costumbre de adelantar el reloj de la Sede.
Por la tarde, la gente va a la procesión del Entierro de Cristo, en la que desfila el Cristo Yacente del Santo Sepulcro de la Catedral, acompañado por nazarenos, penitentes y magdalenas. En esta procesión se ha perdido la costumbre de dar caramelos.
Entre los actos religiosos, cabe mencionar el Vía Crucis que tiene lugar en el Calvario (dentro de la iglesia del Calvario, dedicada al Serafín de Asís, San Francisco, tenía lugar la "función de las Calaveras y los" Baldonos "(injurias) de la Pasión. Revestían solemnidad extraordinaria las Cruces, que se decían el Viernes Santo tarde, y el día de Pascua, al amanecer).
Propios de este día son los garbanzos con salsa (ya documentados en el Libro de las Viandas, siglo XIV, la comunidad conventual los comía el Jueves Santo), las albóndigas de bacalao con huevos cocido, y las indispensables torrijas (rebanadas de pan empapadas con leche, pasadas por la sartén con aceite hirviendo, y luego bien azucaradas y rociadas con canela).
Otro plato muy típico es el llamado "garbanzos de Fray Pedro", cocidos en caldero de hierro o de cobre, colocados en capas alternas de espinacas, mezclados con cuatro granos de arroz, que luego no se encuentran, condimentado todo en aguardiente del mejor y un chorro de aceite; los garbanzos se deben dejar con el jugo que desprenden las espinacas, y con el aguardiente y el aceite.
Típico de la colación que se hacía esta noche es el bizcocho de espinacas, salado, en azúcar, y adornados con pasas y piñones.
Sábado Santo
Las mujeres recogían en el baptisterio de la Sede la llamada "agua de la agonía", bendita el Sábado Santo. La usaban para hacer aspersiones en las salas, en las estancias y los corrales de las casas con el fin de alejar los malos espíritus. También hacían aspersiones en los momentos de agonía de algún familiar.
Era este un día muy cargado de antiguas costumbres, como el de airear la ropa mientras las campanas tocaban a gloria para evitar la tiña, o proveerse de una piedra de arroyo para alejar el dolor de muelas o el mareo de los viajes.
Domingo de Pascua
Por la mañana, tenía lugar la procesión del Encuentro. Se salía de la Sede por la puerta del Baptisterio, llevando bajo tálamo el Santísimo Sacramento, y, una vez en la calle de la Rosa, se producía el encuentro del Dios Hostia con la tierna Madre, que le esperaba en la capilla de la calle.
Es este el día de los típicos pasteles llamados “les mones”: de chocolate o redondos de pasta buena, a menudo rellenos de cabello de ángel o de mazapán, y rociados con “Papa Benet”. Son los padrinos quienes las regalan a sus ahijados. También son típicas de este día las harinosas. Se suele celebrar la festividad en casa familiarmente.
Lunes de Pascua
Se celebraba la fiesta de la Virgen del Milagro, protagonista de una antigua tradición vinculada al portal de Tarragona.
Martes de Pascua
En esta tercera fiesta de Pascua se llevaba a Nuestro Señor, bajo tálamo, a los enfermos e impedidos.