Rubi y Rufo
Leyenda
Hace muchos años llegó a Tortosa un joven de una talla fuera de lo corriente, tan alto que era. Le llamaban Rufolet y venía de un país muy lejano para rescatar a una princesa, Rubí, quien había sido encantada por un brujo y escondida en una cueva cerca de Tortosa.
Se dirigió, saliendo por el portal de Remolins, a la balsa de Xaco. Por el camino oyó unos fuertes gritos y, al acercarse a una balsa, vio a un duende que se estaba ahogando. En dos pasos entró en la balsa y lo sacó. Éste, en agradecimiento, lo llevó hasta la cueva donde estaba Rubí y alertó de la presencia de un bestia extraña que sacaba fuego por los ojos y espuma por la boca. El duende explicó a Rufolet que la bestia, a quien llamaban Cucafera, perdería sus poderes y fuerza si le cortaban la cola y las orejas.
Al entrar en la cueva para salvar a Rubí apareció amenazante la Cucafera. El duende, a quien llamaban Xaco, y sus compañeros Pepo, Guari, Canasta, Xanca, Moixina y Mut habían afilado muy bien la espada de Rufolet, quien de un golpe pudo cortar la cola y las orejas de la Cucafera y se convertió, de esta manera, en una bestia mansa.
Después de todo, Rufolet, Rubí, los duendes y la cucafera vovieron hacia Tortosa. Al entrar en la ciudad encontraron dulzaineros y tambores que iban a tocar a la procesión de Corpus. Todos juntos formaron una extraña comitiva que embelesó a todos los ciudadanos. Desde entonces, todos ellos abren la procesión de Corpus, a pesar de que hoy en día ya no son de carne y hueso, porque se fueron todos al país de Rufolet y todavía no han vuelto.
Descripción
El escultor Pedro Aixendri Chavarria, el año 1957, construyó esta pareja inspirada en los gigantes tortosinos desaparecidos durante la guerra civil.
En el momento de su estreno, estos gigantes medían 4 metros de estatura, hecho que los convirtió en los más altos del Principado.
La suntuosidad de sus vestidos originales y su propia estructura los hicieron tan pesados que dificultaba hacerlos bailar.
El año 1978 se rebajó la altura y en 1980 les confeccionaron los vestidos mucho más ligeros, que son los que lucen actualmente, lo que les dio mucha más movilidad.
Aun así, los gigantes continúan siendo pesados y, además, su estructura no se puede desmontar. Se ha decidido cambiarles definitivamente las estructuras para conseguir ligereza y descabalgarlos a la hora de ser transportados.
De esta manera conseguimos devolverlos a su altura original, añadiendo los centímetros que se les había quitado por el exceso de peso.
El arreglo de estos gigantes será total. Se diseñaran y confeccionaran unos nuevos vestidos, que se han estropeado por el paso del tiempo.
Caxixa y Bonjuhá
Reseña histórica
Corría el año 1391 y Cataluña sufría, igual que el resto del territorio de la Corona de Aragón y de Castilla, graves disturbios contra las aljamas, fruto de movimientos populares contra los judíos.
Tortosa, como el resto de ciudades principales de Cataluña, tomaba medidas preventivas para salvaguardar las familias judías custodiándolas en el Castillo de la Zuda.
La puerta principal de la Zuda era vigilada por Jutglar, carcelero de las prisiones comunes de la ciudad. Jutglar era sobornado por los judíos encerrados en la Zuda para tenerlo de su parte, pero él, a pesar de aceptar sus remuneraciones, estaba dispuesto a traicionarlos.
Los judíos recibían noticias de cómo, día a día, las juderías de les diferentes ciudades caían en manos de la violencia de los alborotadores. Con miedo, muchos de ellos bajaban a la ciudad para bautizarse, a pesar de que la mayoría lo hacían sin fe, con la intención de continuar sus prácticas religiosas. En Tortosa se dieron de esta manera muchas familias partidas, matrimonios en los que el marido se había cristianizado mientras la mujer, influenciada por sus padres y principales de la Aljama, continuaba con la religión israelita.
Caxixa, judía tortosina, mujer de Bonjuhá, judío bautizado, estaba en la Zuda con sus padres. Bernat Tranxer, ciudadano de Tortosa, se llevó a Caxixa del castillo para bautizarla. La judía acompañó al cristiano, pero no consiguió su conversión. Jutglar devolvió a Caxixa al Castillo y fue acusado por los Procuradores de la ciudad por este hecho.
Descripción
El año 1999 Tortosa celebró el 850 Aniversario de la Carta de Población. La conmemoración significó la celebración de la unión de las tres culturas que convivieron.
Es por este motivo que aquel año se bautizaron estos dos gigantes nuevos.
Los gigantes judíos aportan a la ciudad el recuerdo histórico y sentimental de una de las culturas que la han definido y estructurado.
Con ellos se completa la trilogía de las tres culturas que han determinado en definitiva la historia y costumbres de la ciudad.
L'any 1999 serà l'any de Bonjuhà I Caxixa, any que van veure la llum gràcies al vostre suport.
Mariana Curto y Cristòfor Despuig
Reseña histórica
Cristòfor Despuig nació en Tortosa y fue bautizado en la misma ciudad poco después, en el año 1510. Hijo de Pere Joan Despuig y de Francina Pinyol, su padre ostentaba el cargo de jefe de los procuradores de la ciudad el año de su nacimiento.
Probablemente su formación se llevó a cabo en Valencia, en la casa del conde de Aitona Joan de Montcada, en un ambiente cortesano y bajo la custodia de preceptores particulares, como era habitual entre la nobleza en la época, ocupado en "... obras militares, como era cabalgar en todas sillas, correr todas lanzas, jugar todas armas, bailar y danzar todas danzas, leer a horas concertadas libro de todas historias..."
El año 1530, ya con el título de doncel, se casó con Mariana Curto, hija de una familia de la oligarquía tortosina. De su matrimonio nacieron tres hijas: Vicenta Helena, Àngela Francesca Vicenta y Anna. Las dos primeras fueron apadrinadas por los principales personajes de la nobleza tortosina de época, Onofre Oliver Boteller y su padre, Lluís Oliver Boteller, vizconde de Castellbò. Anna, la hija menor, se casó con Anníbal Aldana, hijo de Joan Aldana (célebre militar tortosino que luchó al lado de Fernando II y de Carlos V). El círculo familiar y de amigos de Cristòfor Despuig lo sitúa, por tanto, entre los personajes más relevantes en la ciudad en su época.
El año 1548 Despuig fue procurador de Tortosa y un año más tarde consta como procurador general de la baronía de Carles i Alfara por la ciudad. Posteriormente recibe el título de caballero.
El año 1557 acabó de escribir “Los coloquios de la insigne ciudad de Tortosa”, obra importante de la literatura del Renacimiento catalán. Bajo la forma de seis diálogos o coloquios, Despuig describe con visión crítica el devenir de la ciudad y de Catalunya en su época. La obra nos ofrece un excelente retrato del siglo XVI en la ciudad, tratando temas políticos, religiosos, históricos y sociales. La obra de Despuig ha sido definida como la crónica histórica de la ciudad del siglo XVI, a pesar de que los últimos estudios la sitúan plenamente dentro del género literario del ensayo.
Descripción
El año 1996 Tortosa celebró la primera Fiesta del Renacimiento. Para el acontecimiento, el Ayuntamiento de Tortosa encargó a una empresa de Tiana la construcción de estos gigantes, que representan las figuras del gran humanista tortosino de la época Cristòfor Despuig y su esposa Mariana Curto.
En el diseño de los vestidos y complementos se respetaron escrupulosamente las directrices que marcaban los usos y costumbres del siglo XVI.
Nabil y Zoraida
Leyenda
Nabil huyó de Córdoba cuando cayó el Califato. Soñaba con otras tierras, donde poder construir castillos, que le recordasen su querida ciudad. En su huída encontró un hombre herido, llamado Jairam, a quien curó y con quien formó un pequeño ejército que conquistó las tierras de Murcia. Jairam se proclamó Rey de Taifa de aquella tierra.
En Valencia reinaba Morabec quien, temoroso del poder de Jairam, buscó hablar con él. Jairam envió a Nabil como emisario a Valencia, donde conoció a la bella Zoraida, hermana de Morabec.
Un general del reyezuelo valenciano, llamado Modafar, celoso del amor de Zoraida y Nabil, codicioso del Reino de Morabec, asesinó a este último para poder casarse con Zoraida.
Gracias a la ayuda de Fadiya, una fiel esclava de Zoraida que provenía de Tortosa, Nabil se dirigió a nuestra ciudad, donde reclutó un ejército y volvió a Valencia para rescatar a Zoraida. Al llegar, desafió a Modafar. A la justa asistieron Zoraida y Nabil que, alentado por el amor, pudo vencer.
Finalizado el combate volvieron a Tortosa, donde Nabil había fundado su reino de Taifa. La gigantesca sombra de Nabil y la elegante silueta de Zoraida destacaban entre la multitud en su entrada a Tortosa.
Instalaron su Corte en el Castillo de la Zuda y desde allí reinaron muchos años. Como no querían abandonar nunca más el imponente Castillo y nuestras tierras, dispusieron que al morir fuesen enterrados juntos, en un lugar secreto y subterráneo del Castillo.
Descripción
A principios de los años 40 la ciudad de Tortosa adquirió unos gigantes de serie, que representaban la figura de un rey y una reina cristianos, que sustituían a los gigantes destruidos durante la Guerra Civil.
Nabil y Zoraida son el resultado de la transformación de aquellos gigantes y fue realizada por el escultor Pedro Aixendri Chavarria el año 1958. El proyecto, realizado y ejecutado por él mismo, contemplaba la remodelación de los rostros y vestidos, dando a la pareja el aspecto musulmán y adaptándolos a la tradición tortosina.
Se modificaron las estructuras adaptándolas, como a los gigantes cristianos. La altura se mantuvo. Los vestidos y complementos también se cambiaron.