Historia
Amades se ocupa de ella en su “Costumari Català” y dice: "La Ciudad de Tortosa ha conservado hasta ahora unos ejemplares notables de esta fauna mitológica, de especie diferente, de difícil clasificación, si bien quieren parecer tortugas. Son calificadas de Cucasfieras. Son tres: una grande que quiere figurar la madre, y dos pequeñas, que son las hijas... por efecto de un dispositivo especial abren y cierran la boca, y al cerrarla producen un estallar especial de dientes, que hace temblar a los niños, a los que se explica que cada día se come trece gatos y tres niños vivos."
Es notable -y creo que muy poco conocida- la relación del hecho de la cucafera, no solamente porque se remonta al siglo XVI su existencia (hacia el 1600 ya tenía ganada su fama), sino por la descripción que hace el poeta y que nos revela, entre otras coses, su parentesco con el Dragón, contra la opinión de Amades que la compara con la tortuga; y la vindicación de su fiereza (no puede negar la sangre), ya que lanzaba por la boca coetes y petardos.
La cabeza de la cucafera parece arrancada de una gárgola de la Catedral y su fisionomía de un bestiario de piedra revivida por la magia de un golpe. Sólo hace falta mirarla para establecer que es de origen gótico.
Leyenda
Hace muchos años llegó a Tortosa un joven de una talla fuera de lo corriente, tan alto que era. Le llamaban Rufolet y venía de un país muy lejano para rescatar a una princesa, Rubí, quien había sido encantada por un brujo y escondida en una cueva cerca de Tortosa.
Se dirigió, saliendo por el portal de Remolins, a la balsa de Xaco. Por el camino oyó unos fuertes gritos y, al acercarse a una balsa, vio a un duende que se estaba ahogando. En dos pasos entró en la balsa y lo sacó. Éste, en agradecimiento, lo llevó hasta la cueva donde estaba Rubí y alertó de la presencia de un bestia extraña que sacaba fuego por los ojos y espuma por la boca. El duende explicó a Rufolet que la bestia, a quien llamaban Cucafera, perdería sus poderes y fuerza si le cortaban la cola y las orejas.
Al entrar en la cueva para salvar a Rubí apareció amenazante la Cucafera. El duende, a quien llamaban Xaco, y sus compañeros Pepo, Guari, Canasta, Xanca, Moixina y Mut habían afilado muy bien la espada de Rufolet, quien de un golpe pudo cortar la cola y las orejas de la Cucafera y se convertió, de esta manera, en una bestia mansa.
Después de todo, Rufolet, Rubí, los duendes y la cucafera vovieron hacia Tortosa. Al entrar en la ciudad encontraron dulzaineros y tambores que iban a tocar a la procesión de Corpus. Todos juntos formaron una extraña comitiva que embelesó a todos los ciudadanos. Desde entonces, todos ellos abren la procesión de Corpus, a pesar de que hoy en día ya no son de carne y hueso, porque se fueron todos al país de Rufolet y todavía no han vuelto.
La Cucafera de Tortosa y su corte de bestiea
Siempre ha sido enigmático el origen de las bestias que van delante de las procesiones en nuestros pueblos, principalmente por Corpus, si bien han acabado haciéndose tan populares que acompañan cualquier manifestación de Fiesta Mayor.
En Tortosa conservamos estas bestias: la Cucafera, que ha tomado carta de ciudadanía y se ha escapado de les procesiones y las cofradías -primero de la de los pescadores, después de la de la Cinta- para campar por las suyas entre la gente en cualquier fiesta ciudadana. Esto la ha hecho más amable que temible. Parece que ha seguido el consejo del Rector de Vallfogona:
Procureu en esmenar-vos
fent, de aquesta hora en avant
de Cuca-fera de bé.
I nostre Senyor vos guard.
Si bien hay que ir por partes, estableciendo el debido orden. La cabeza de la Cucafera parece arrancada de una gárgola de la Catedral y su fisionomía de un bestiario de piedra revivida por la magia de un golpe. Sólo hace falta mirarla para establecer que es de origen gótico.
Amades se ocupa de ella en su Costumari Català y dice: "La Ciudad de Tortosa ha conservado hasta ahora unos ejemplares notables de esta fauna mitológica, de especie diferente, de difícil clasificación, si bien quieren parecer tortugas. Son calificadas de Cucasfieras. Son tres: una grande que quiere figurar la madre, y dos pequeñas, que son las hijas... por efecto de un dispositivo especial abren y cierran la boca, y al cerrarla producen un estallar especial de dientes, que hace temblar a los niños, a los que se explica que cada día se come trece gatos y tres niños vivos."
De su régimen alimenticio no tengo noticia. Pero de sus fieras manifestaciones y de otras coses que veremos, tenemos un alto testimonio en el romance del eminente doctor Vicenç Garcia, Rector de Vallfogona "A la Cucafera de Tortosa propia de la cofradía de los pescadores de dicha ciudad; que haciéndose la procesión del Corpus Christi desconcierta con un hocicazo seis flautas de un organillo portátil".
Es notable -y creo que muy poco conocida- la relación del hecho de la Cucafera, no solamente porque se remonta al siglo XVI su existencia (hacia el 1600 ya tenía ganada su fama), sino por la descripción que hace el poeta y que nos revela entre otras coses, su parentesco con el Dragón, contra la opinión de Amades que la compara con la tortuga; y la vindicación de su fiereza (no puede negar la sangre), ya que lanzaba por la boca coetes y petardos.
En relación a las hijas, el Rector de Vallfogona da la partida de nacimiento, accidentado y masculino según el:
Y de pur regirament
Lo ventre de Bocaram
Avorta els Cuca-ferons
Com uns minyons de quinze anys.
Pero quiero hablar todavía de otras bestias que se paseaban en la procesión, desaparecidas de nuestro folclore sin dejar rastro, y que ahora podemos resucitar gracias al Rector de Vallfogona: "El águila, el toro y los caballitos".
Tampoco Amades tuvo noticia de la existencia de tales especies zoológicas en Tortosa. Tenemos que pensar que no serían muy diferentes, si bien sería muy interesante conocer las variantes que pudiesen tener a nuestra casa.
Refiere Amades que, según el arqueólogo francés Ch. Cahier, el águila pertenece a la "zoología mística": animales escogidos para representar las virtudes. El águila representa la Justicia. Pero Josep Pijoan opina que nuestra águila podría llegar a simbolizar la casa de Aragón, dado que era de origen gibelino y que esta rama la tenía por emblema. Águila sólo podían tener las ciudades. El hecho de aparecer coronada parece concordar más con la posición de Pijoan, porque más bien da la sensación de ser un águila heráldica. Y siendo nuestra águila Ciudadana, me ha parecido bien tomar el diseño de acuerdo con la segunda teoría: águila heráldica de la Ciudad de Tortosa, perteneciente a la Casa de Aragón, vinculada como estaba al Conde-rey tan fuertemente.
En cuanto al toro, Amades encuentra tres posibles genealogías: el toro de San Lluc, el toro del Nacimiento, y la relación con alguna ceremonia de cariz ganadero relacionada con el toro, que le haría perder en la historia de los primeros íberos.
Otra cosa son los caballitos que no parecen ir más allá de un entremés en el que se simulaba una batalla entre un grupo de turcos i caballeros cristianos: Este entremés estaba formado por un grupo de muchachos, los cuales simulaban ir a lomo de un pequeño caballito de cartón que cada uno de ellos llevaba suspendido a medio aire del cuerpo.